Si es por confesar…
Confieso que ya no tengo nada que confesarte. Te lo he confesado todo, y siento
que no he dicho nada.
¿Por qué será? Será…
será que todavía no me he encontrado. Será que aún no me conozco. Será que
todavía no me descubrí. Será que aun ando perdida… ¿Será?
Qué confuso y
contradictorio ser yo, ¿cierto?
Pero si es por
confesar… Te confesaré que ya no te espero. Tu sonrisa ya se agotó para mí, y
aquel pedacito de mirada que me regalaste… Ya puedes venir
cuando quieras; ya no te espero.
Ahora puedes volver cuando quieras que ya no
te esperaré en la playa, ni en las aceras con un café frío. No estaré. Tendrás que
buscarme tú ahora. Seguirme la pista, rastrear mis huellas… Porque yo ya no me
quedo quieta. Salté a un tren, ¿a cuál? Quién sabe. Un tren se acercó por el
horizonte y sin dudarlo salté. Tal vez cuando llegue a mi destino vuelva a
escribirte para decirte:
¿Todavía me buscas?
Yo ya me
encontré.”