miércoles

Fingiré.


Medio vaso de whisky y tres hielos. Es de noche, una noche de invierno. Fría, aunque en la habitación se siente una calidez que a mi no llega, pero está. La tenue luz que desprende la lámpara del fondo es lo único que ilumina la habitación. La lluvia araña los cristales con suavidad, y el viento canta una melodía que llega distorsionada a mis oídos. Curiosamente, tan solo el repiqueteo de los hielos parece transmitirle una pequeña sensación de paz al remolino de mi turbulenta alma. Contemplo la estancia vacía, con dudas. Dudas que no entiendo. Pienso que no pienso. Siento que no siento. Veo que no veo. Hm, curioso. Remuevo el vaso haciendo que los hielos choquen entre si, reproduciendo de nuevo ese agradable sonido que me relaja. Miro a mi lado, nadie.
Noto tu ausencia. Siento tu tristeza. Amor, ¿Qué te ocurre? Hace tres meses que te fuiste. Desde entonces siento tu desespero, tus ansias de huir y tu miedo. Huir.
¿Te fuiste por que huías de algo? Le doy un largo trago a mi vaso, que ahora apenas contiene líquido. Y el trago baja abrasando mi garganta. Cierro los ojos degustando esa sensación. Tu pobre corazón, sufre. Lo noto, pero fingiré no saber nada, como tú.
Amor, no se que sentir hacia ti, ¿sabes? Eres el maestro de la interpretación. A todos nos engañaste, pero a la que más, a mi. Ahora te has ido, ¿por qué? ¿Tienes miedo?
Mi amor por ti cada vez se reduce más, y mi odio aumenta. Cuanto te quise amor, una vez. ¿Y ahora? Tu cajita de mentiras se ha destapado, y cuanto más te busco, más engaños descubro. Amor, vuelve pronto y
cúbreme los ojos con tus manos, otra vez.
Amor, vuelve, y fingiré que no ha pasado nada.
Fingiremos. Tú fingirás haber cambiado, y quererme como siempre. Yo fingiré creerte.
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