Estoy muy segura de que conoces este sentimiento, sensación,
emoción, estado... Como prefieras llamarlo, que te voy a describir ahora. Y
además tengo la ligera –y posiblemente acertada- impresión de que sé lo que me
dirás a continuación. Pero por favor, hoy no. Esta vez no. Esta vez te
agradeceré silencio. Dado que, ¿sabes? Es lo único de valor que tienes. ¿Qué?
Ah, ¿te ofendió? ¿Por qué? Ah… verdades ofensivas, creo que son las únicas que
conocemos, después de todo. ¿Debería explicártelo, pues? Por esa cara que me
pones veo que sí. Pero no me apetece, ¿sabes? Es agotador tener que explicarlo
todo constantemente. Realmente agotador. Pero no, en realidad no era esto de lo
que iba a hablar yo… Me voy por las ramas siempre, o me haces ir. Quién sabe.
Al final con tanta explicación nunca digo lo que tenía planeado decir. Tú
planea que ya vendrá otro a cambiarte el plan, ¿cierto? No pongas cara de
idiota, aunque sea la única que sepas poner. En el fondo, sé que no es tu culpa
que yo sea tan terriblemente complicada y contradictoria, y que a ti te cueste
tanto trabajo seguir lo que digo. No, no estoy diciendo que seas idiota –aunque
muchas veces causes esa impresión-. Lo que digo es que simplemente estamos en
diferentes ondas. Supongo, quizá sea eso.
Pero, del sentimiento del que iba a hablar yo era de esta
pesadez que llevo arrastrando desde meses, o años, yo que sé. Es como un peso
muerto en el alma, un plomo con el que voy cargando. Ni avanzo ni retrocedo. Es
algo que a ratos parece tristeza, y otras amargura. Y a veces se transforma en
enfado, pero que tal vez sea frustración. Oh, eso fue descarado por tu parte.
¿Cómo preguntas eso? Ya veo, al final tendré que explicártelo… De nuevo lo
haces, ¿eh? ¿El qué, preguntas? Resultas agotador, mi amor. ¿Recuerdas lo que
te dije antes, nada más comenzar esta absurda conversación? Que te agradecería
silencio, dado que es lo único de valor que tienes. Y es lo único que no me
das. Sí, sí. Te lo explicaría pero no callas. No escuchas. Fallo número uno. No
dices nada acertado. Fallo número dos. Por no acertar, no aciertas ni con la
pregunta. Pero claro, quién acertaría la pregunta si la respuesta es lo último
que interesa. Porque tú preguntas esperando el momento en
el que calle para hablar tú. Fallo número tres. ¿Eh? ¿Acaso miento? Tú solo
mantienes el interés en la respuesta cuando ésta trata sobre ti. Fallo número
cuatro. ¿Puedes ver por dónde van los tiros? Pareces muy indignado. Pero
estamos hablando de ti, aunque yo venía a hablarte de mí, ¿no es eso lo que te
gusta? Tú, egocéntrico. ¡Ah, ahora! Me haces reír, a veces. ¡Esa es una
cualidad, fíjate!
Pero lo cierto es que es así. Mi pequeño humano egocéntrico,
preguntas por mi bienestar esperando poder hablar del tuyo. Y no sabes que
contestar, o cómo reaccionar si quiera, cuando me ves llorar repentinamente,
porque no escuchabas lo que te estaba contando. Reciclas respuestas, reutilizas
palabras, para cualquier conversación que no tenga nada que ver contigo. ¿Desde
cuándo, preguntas? Me di cuenta desde hace mucho, lo que me sorprende es que tú
no seas consciente de esto. Puede que este sea el fallo número cinco. Esto te duele, parece. Pero, francamente,
estoy cansada de fingir que no me doy cuenta, de ignorar esos pequeños fallos,
y de pretender que en realidad si me estás prestando atención y me escuchas. Tú
finges que lo haces, y yo finjo que te creo. Esa es un poco nuestra relación.
Tú mientes y yo te creo. El fallo número seis, es que mis fuerzas para eso se
desvancieron. El tiempo pasa, la energía se gasta, nosotros cambiamos. Y tú
mantienes esa actitud. Quizá sea porque nadie te lo ha dicho jamás tan claro. Y
deberías creerme, y no poner esa cara, porque esto es una de esas verdades
ofensivas, hirientes. Pero como es dolorosa, la tacharás de mentira hasta que
resulte menos cruel y la aceptes. Tú no me conocerás a mí, pero yo a ti sí.
Y dicho todo esto -que no era lo que quería decir, al menos
no hoy-, tengo una pregunta para ti: sabiendo todo esto, ¿qué harás?
Oh, vaya, esa cara otra vez… ¿No me digas que te has vuelto
a perder? Me explicaré mejor, entonces… Sabiendo cuán grande es tu
egocentrismo, siendo consciente de él, o siendo consciente en un futuro no muy lejano, al menos… ¿Qué piensas hacer? ¿Vas
a mantenerlo, vas a cambiarlo, querrás hacer algo, o continuarás exactamente
como hasta ahora?
Ahora comprendiste, ¿cierto?
¿Y bien?
¿Eh? ¿Ahora callas?
Vaya, no aciertas ni en los silencios…