miércoles


-¿Cómo te sientes?
-¿Qué?
-Eso, ¿cómo te sientes?
-¿Y si te digo que no me siento?
-No te sigo.
-¿Nunca has sentido que no te sientes?
-Eh… creo que… no se de que hablas.
-Vale, te describiré lo que estoy sintiendo.
-Vale, te escucho.
-¿Seguro?
-Seguro.
-Bien, pues me siento... vacía. Me siento… libre, pero no es una libertad agradable, es una libertad atrapada… Espera, ¿eso existe?
-Claro, ¿Qué clase de libertad te crees tú que tenemos?
-Ah, cierto. Bien, como te iba diciendo, me siento como una extraña dentro de mí. Siento que no siento, pero a la vez siento un nudo de sensaciones en mi estomago, y ninguna es agradable. Siento como si mis emociones se estuvieran deslizando a través de mis palabras, y abandonaran mi cuerpo para no volver. Me siento… ¿sabes cuando has terminado de darte un baño con espuma?
-¿Qué? ¿Y eso a que viene?
-¿Sabes a lo que me refiero o no?
-Sí, te refieres a cuando llenas la bañera de agua caliente y le echas jabón para hacer espuma. Es eso, ¿no?
-Sí, una vez que has terminado de darte el baño, y quitas el tapón que tenía el agua caliente estancada en la bañera, para que se vaya escapando lentamente por el agujero. Pues así es como siento mis emociones. Se van, con esa lentitud y a la vez velocidad que el agua cuando se va, y siento como mi interior se va quedando vacío y frío, igual que la bañera.

(Silencio)

-Vaya…
-¿Lo entiendes ahora?

(Silencio)

-Eso explica tus ojos.
-¿Mis ojos? ¿Qué les pasa?
-Están muertos.
-Estoy muerta, ¿recuerdas?

(Silencio. Se abre la puerta.)

-Cielo, ¿Con quien hablas?
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