-Perdóname.

-¿Sabes lo peor, cariño? Yo antes era capaz de aguantarlo todo. Todo y más. Pensaba que valía la pena. Creía que valía la pena.

(silencio)

-Déjame adivinar, ¿crees que es la primera vez que me haces daño?

(silencio)

-Pero… No me doy cuenta…

-¿Cómo te podrías dar cuenta tú, mi cielo? Si sólo miras por ti. Y sólo piensas en ti. No te importa cuántas almas debas pisar. ¿Alguna vez has pensado en mí?

-Eso no es cierto. Yo te quiero.

-¡Oh, y yo también! Pero tú eres egoísta, y tu amor también lo es.

-Puedo cambiar.

(Suave suspiro escapa de sus labios, sonríe)

-Yo sé que puedes. Pero además de tu egoísmo, tenemos otro problema. Tú no quieres cambiar.